PARTES DE MI CEREBRO

sábado, 1 de octubre de 2011

Impulsos eléctricos 1

Hacer deporte es sano
Leer es sano
Reír es sano
Un vaso de vino es sano
Un café es sano
Comer verduras es sano
Follar es sano
Dormir es sano
El lugar donde acaba la espalda...

Es la nuca si la espalda empieza desde abajo

viernes, 30 de septiembre de 2011

NEURONA SEXUAL 1

EL MIRÓN

Alberto cerró la puerta del bar una noche más, un poco antes de lo habitual, ya que desde comenzó la crisis económica, el negocio que llevaba dirigiendo desde hace casi cinco años habia disminuido sus ventas casi a la mitad.

Eran casi las tres de la madrugada y se dirigía de camino hacia la casa que compartía con su mujer, su suegra y la hermana de su mujer. Estaba  deseando llegar, porque tenía la espersanza de que una vez más, un sabado de madrugada más, volviera a pasar lo mismo que llevaba sucediendo durante los tres últimos fines de semana. -Con un poco de suerte Cristina ya esté dormida. Pensó mientras entraba en el porche de su chalet adosado de ladrillos rojizos.

Alberto y Cristina, su esposa, se vieron en la obligación de acoger a Eugenia y a Sofía, madre y hermana de Cristina, cuando el banco les embargó su hogar por causas que precisamente ahora no vienen a cuento.

Eugenia, la madre de Cristina, era la típica suegra cotilla, entrometida e insoportable, tanto que la persona que dio a conocer el estereotipo de suegra, se basó en ella para redactar los rasgos que debe tener una suegra para que sea considerada como tal. Aunque ya, a sus sesenta y nueve años estaba deteriorada por el alzheimer y a penas salia de su cama. se debatía entre la vida y la muerte.

Sofía la hermana pequeña de Cristina, era un clon, una copia mejorada de Cristina. Era graciosa, inteligente y preciosa, lo único que la diferenciaba de Cristina ere su melena rubia y y su frenética pasión por el sexo, tanto era así, que Alberto en ocasiones piensa que debería visitar a un sexólogo para que le trataran de frenar sus impusos sexuales.Él pensaba que era ninfómana, y en ella precisamente estaba pensando cuando abrió la puerta de su lujoso chalet.

El silencio de la casa era sepulcral. Avanzó hacia la planta de arriba donde se encontraban las habitaciones, cruzó el pasillo nervioso, como un gorrión al comer pan en medio de una plaza llena de gente. La puerta de Eugenia estaba cerrada como de costumbre, pasó por delante sigiloso asta llegar al dormitorio donde él y Cristinan dormían cada noche, que al igual que el anterior tenia la puerta cerrada, señal inequívoca de que Cristina dormía. Continuó caminando mientras el silencio se reducia por un leve chirrido casi inaudible que provenía de la habitación de Sofía, se acerco a la puerta que estaba entreabierta, se bajó la cremallera del pantalón muy lentamente y se quedó observando lo que sucedía dentro de la habitación

- ¡Estupendo! Exclamó en su pensamiento. -Estoy de suerte. Volvió a pensar.

Desde su posición alcanzaba a ver la cama de Sofía, donde se divisaba a la perfección la espalda de un chico de no más de treinta años, que de rodillas sobre la cama empujaba con su cintura a la rubia colocada a cuatro patas que se hallaba delante de él.

El pelo rubio de Sofía se balanceaba y sus pechos rosados se agitaban vertiginosamente con cada golpe de pelvis que el chico le propinaba. Un leve gemido se podía oír cada vez que la polla de jovenzuelo penetraba, y Alberto comenzó a empalmarse al ver tan morbosa escena desde la oscuridad del pasillo.

El sexo dentro de la habitación cada vez era más agresivo, ya se podía escuchar el golpear del los cachetes colorados del culo de Sofia contra la pelvis del entusiasmado muchacho. Los jadeos cada vez eran más fuertes.

Alberto, con la cabeza apoyada en el quicio de la puerta, comenzó a masturbarse mientras observaba como  el chico se inclinaba hacia delante y apretaba las tersas ubres de su amante con una mano y agarraba con violencia la melena rubia.

Era la tercera semana consecutiva que Alberto acudía a espiar a oscuras el espectáculo sexual que su cuñada le ofrecía, y cada semana la función tenia un protagonista masculino diferente.

El follador nocturno que esa noche tenía la fortuna de copular con la joven ninfómana, empujó a la chica de bruces hacia la cama, y se tiró al lado de ella espatarrado con su enorme polla apuntando desafiante hacia el techo de la habitación. Acto se guido ella se deslizó hacia la parte trasera de la cama, colocando su cabeza a la altura del pene erecto y comenzó a succionarlo repetidas veces a gran velocidad, la chica sentía como el prepucio hinchado y el resto del pene penetraba asta su garganta y después de catorce o quince absorciones notó que su compañero de cama expulsaba un poco de liquido seminal muy débilmente y con poco sabor, seguramente se trataba de "agüilla".

Soltó la manivela reproductora y se colocó de cuclillas sobre la cintura del joven,  pasó su delicada mano por detrás de su culo y sujetó la polla erguida y la introdujo en su rasurado coño comenzando botar sobre el.
Alberto acelero el ritmo, de su mano al masturbarse, el sudor le corría por la frente, la cabeza de su polla entraba y salía de la fina cobertura de pellejo, su mano casi ni se podía ver debido a la velocidad, la puerta frente a él se empañaba de vaho, estaba a punto de correrse, cosa que sucedió de inmediato cuando escucho a Sofía gritar en silencio, con el sonido de fluidos corporales burbujeando como ambientación.

El semen salió de pene de Alberto casi sin avisar y se estrelló en la puerta y goteaba hasta el suelo, sacó un pañuelo de su bolsillo y lo recogió todo sin dejar rastro, guardó su polla mientras se dirigía a su habitación pensando en lo bien que se lo había pasado viendo follar a su cuñada. Mientras posaba su culo en la cama de matrimonio que se encontraba en la mas absoluta de las penumbras unas dudas asaltaron su mente.
-¿que hacía Sofia en casa? esta mañana me dijo que no vendría a dormir puesto que se quedaba en casa de su mejor amiga, ¿se habrán peleado y decidió follar para olvidar?- rapiamente dejó de pensar y se tumbó buscando el pelo de Cristina, ya que si no se lo tocaba no conseguía dormir, pero la búsqueda fue en vano ya que su mujer no estaba en la cama.

A paso ligero salto de su cama camino de la habitación de Sofía se asomó al la ranura de la puerta entreabierta y pudo ver a Cristina  de pie subiéndose el pantalón del pijama, con su larga melena negra  completamente teñida de un color rubio platino sonriendo al chico con el que le había puesto los cuernos a su marido.









sábado, 13 de agosto de 2011

Pensamiento emocinal 1

EL APARCAMIENTO

A las 07:20 AM, Julián se dispuso a salir de su casa camino del trabajo.
Como cada día, el ascensor se desplazaba lenta hacia la planta baja del edificio, y en el mismo momento en que la brusca frenada y el crujir de los cables antiguos del la elevadora indicaban que debía abandonar el habitáculo, una chispa en su mente le hizo quedarse inmovil frente a la puerta metálica que le separaba del portal que daba acceso a la calle.

Una duda le obligó a quedarse ay parado, inerte, como si de un maniqui de una tienda de moda se tratase - ¿donde estacioné ayer el coche?- se pregunto a sí mismo.

Después de transcurrir un par de minutos, decidió apoyar su espalda en unas de las paredes de panel aglomerado que simulaban madera de nogal de su ascensor y comenzó a retroceder en el tiempo mentalmente, para así intentar recordar todo lo que sucedió el día anterior y localizar de este modo el lugar en el que se encontraba su vehículo.

Ayer pasé la tarde en el parque de la la plaza central con mi mujer y mi hijo.-se dijo.- Pasamos la tarde discutiendo porque me retrasé cuando fui a mi esposa a su oficina, en fin discutiendo por una gilipollez. Mientras, nuestro hijo Alfredo jugaba y saltaba en los columpios del parque, de vez en cuando venía hacia nosotros, con su pelo moreno, tan negro como las noches de verano en las que la luna se oculta tras las montaña, empapado en sudor y con una sonrisa en la boca, nos decía cualquier palabra que se había inventado y de nuevo se iba corriendo, como si el cansancio no hiciera estragos en él.- pensaba Julian mientras se le dibujaba una sonrisa en la cara.

Julián levantó su brazo izquierdo y subió un poco su americana azul para ver la hora.-07:23, ya no llegaré a tiempo a la reunión, - pensó en voz alta.- Aver que recuerde.- frunció el ceño mientras intentaba concentrarse y seguir pensando donde estaba el automovil.- Después del parque fuimos a casa directamente, aunque Alfredo se habia empeñando en que le compraremos un helado, pero debido al enfado absurdo que teniamos Pamela y yo, no le hacimos ni caso.- se lamentó por ese hecho con gestos de contrariedad.-

La cara se le iluminó de repente,.- !Ya lo tengo!- exclamo en su pensamiento..- justo en el bar de la esquina Alfredo comenzó a gritar, -Papi!, Papi! ¡aquí hay un aparcamiento!, !Bien papi lo he encontrado yo!, a lo que yo le respondí.- muy bien mi vida muchas gracias mi amor,

Alfredo al bajar del coche, fue corriendo hacia su padre y le pidió que le cojera en brazos, y Julián accedió, Alfredo le abrazó y le dijo a su padre.- Papi, como yo he encontrado el aparcamiento, ahora me tienes que regalar un heladito ¿no?,- Julián todavía molesto con Pamela, una rubia exuberante de origen noruego de la que se enamoró en el ultimo curso de la universidad y acabo casándose con ella tras cuatro años de noviazgo, le dijo a su hijo que no le compraba el helado porque era muy tarde, a lo que respondió su pequeño y cariñoso hijo.- No pasa nada Papá, me da igual que no me compres el helado, te perdono, ¿sabes por que?, porqué te quiero mucho papi.- Alfredo abrazó a su padre y este que aún molesto con su esposa no prestó atención a las palabras de su hijo.

Como si una lanza le estuviera atravesando el corazón, se sintió Julián al recordar las palabras de amor de su hijo.- ¡joder!- exclamó- mi hijo me adora, me ama, soy como un superheroe para él, y yo, yo se lo pago de este modo, con ignorancia, por culpa de un absurdo enfado no he disfrutado de la felicidad de mi hijo, mientras jugaba en el parque. No le compre un misero helado, no le devolví el te quiero que me regaló, y que tenga que darme cuenta en este puto ascensor, pensando donde coño está aparcado el coche no es lo peor, lo peor es que mi pequeño fue el que encontró el aparcamiento y yo encerrado en mi cabezonería no lo he recordado, aveces siento que soy un mal padre.

Abrió la puerta del ascensor de una patada que en el silencio de la mañana sonó como una explosión nuclear, y anduvo hasta su vehículo pensando en hacer varios cambios en su vida, el primero sería demostrarle a su hijo que lo quiere con toda su alma, y el otro cambio sería comprarse una plaza de garaje.